sábado, 30 de enero de 2010

No se qué hacer contigo

   


   A Ivanov lo concebí como funcionario de Correos; algo descontento y con una cierta pizca de ironía, pero él me dice: "no, no, no"; y se asoma de tanto en cuánto, mientras finjo que no lo veo, pero él sigue ahí, cuchicheando a mi oído las aventuras que él mismo inventó; y añade: "¡Soy Ivanov el Terrible!".
       Quedo embobada  imaginándolo sentado en un sillón orejero- colgándole las piernas- porque lo hice con un cuerpo más pequeño que el que le corresponde a su cabeza; pero él dice: "no, no, no"; y es que Ivanov ya no depende de mí; exige derechos de autor, el papel principal de una peli de los sesenta.
¿Te coloreo? Le pregunto en un atisbo de esperanza de que vuelva a ser mío; y él repite: "no, no, no".











¿Escuchas Mack The Knife?




jueves, 14 de enero de 2010

Perro meando










Algo ocurre a las palmeras, y es que la sacaron de su hábitat natural pa´trasladarlas a las ciudades, por eso enferman- de tristeza- añorando las playas del Caribe con sus monos colgados; tirando cocos a los guiris que broncean con aceite, sus cuerpos musculados, en gimnasios de oferta ( el primer mes no cobramos). Después, se quedan con tu tiempo para pasear al mono, volver a reubicar a la palmera, sofreír al guiri.
Y no es un perro enano el que las mata en su instinto animal de marcar con una X miccionada, el mapa geográfico del tesoro escondido por bucaneros armados hasta los dientes.





Cámara- La mía
Modelo- 90/60/90
ISO- ¿eing?
Exposición- Al sol
Apertura- Desparramá
Longitud focal- La de mis gafas
Flash usado- No, me daba el sol
Latitud- Norte
Longitud- 8 Km






Gracias por vuestras historias

domingo, 10 de enero de 2010

Dibújame la nieve


Imágen tomada en los Baños del Carmen de Málaga





No hay chiquillos que revoloteen , ni siquiera los chillidos de las gaviotas me distraen en un domíngo como hoy; así que dispongo del silencio necesario para transitar por el camino de la desidia; y me contradigo si te digo que voy sobrante en distracciones.


Míralos: aún creen.
No se percatan de la roca agorera sobre la que se sientan.
No habrá ángeles anunciadores.
Ella ya mira hacia el mar; él queda ensimismado en ella.





¿Te apetecen unos espaguettis?








 




martes, 5 de enero de 2010

Finjamos el amor, mi amor, sobre este escenario





Se abre el telón
Sobre la tarima, dos sillas. Una junto a la otra. Paralelas. Tú ocuparás la de la izquierda. Siéntate. Conducirás un todo terreno. Te gustará. A tu lado, junto a ti, irá sentado el deseo.
Habéis pasado la tarde juntos. Tan de cerca... Compraréis un libro: " El perfume". No será otro. Ese será.
Escribirás una dedicatoria. Yo te diré: "Espero que te guste". Eso escribirás. Ella hará su parte: "Embriágate en aromas de almizcles". Eso te desconcertará, excitándote.
La llevarás a casa. Tú conduces. Recuerda. Se te escaparán miradas hacia ese tobillo tatuado. Querrás acariciarlo. Ella no dejará, juega a no dejar.
Ya en su puerta te acercarás para besarla. Ella mirará hacia abajo. Quiere pero teme. Insiste, cederá...cede.
Ahora bésala hasta que hormiguee, enrojezca su boca. Te tomará por la nuca con una dulzura intensa, febril. Eso hará. Te dirá: "Vayamos a cualquier lugar donde no haya farolas encendidas". Ríete como un
crío que obtiene su juguete. Ella reirá.
Busca un lugar, un callejón sin salida. Tiene que ser sin salida, a oscuras. Ya lo tienes. Cierra las ventanillas y haz que el calor del interior sea sofocante, empañándolos de sudores.
La empujarás por las nalgas hacia la parte trasera. Se dejará desnudar con avidez, abriéndose. Unos dedos empapados lo anunciarán. Te los llevarás a la nariz. Pensarás, no dirás: "moras".
La sostendrás clavando las yemas de tus dedos en su espalda, inclinándola hacia ti. Vas a morder sus hombros ¿entiendes? Morderás de nuevo su boca, sus pezones, su vientre; hasta  llegar a su oquedad. Allí detente ¡No, prosigue! Tu lengua es ahora la que escarbará el último de sus recovecos, lamiendo aquella miel, su otra boca, arrancándole el primer gemido, entrecortado, profundo, encorvándola en una fusta de placer. Alzarás su cabeza y contemplarás cuanto diste; en unos ojos entreabiertos, exhaustos. Bésala de nuevo, haz que pruebe su propio sabor avinagrado. Le gustará. Ella sabe.
Ahora te toca a ti . Muéstrale tu tierna dureza. Tómala por el cabello. Acércala, condúcela. Tú sabes.
Arrastrará los dientes, como una danza de repetidos pasos, en su cálida boca, hasta probar tu salado.
La apartarás y exclamarás "¡Para! el fin dentro de ti, déjame en ti".



Fin del primer acto
Se cierra el telón