jueves, 27 de marzo de 2008

Historias de un pedo feliz


¿Veis aquel tipo grandullón en la cama, durmiendo a pierna suelta? Se trata de mi amo, aunque ya no lo es, desde que no pude más y decidí mi autoliberación.
La historia realmente es corta, aunque a mi no me lo pareció.
Todo comenzó con un delicioso plato de coliflor rebozada, fue ahí donde se me engendró, porque los pedos al igual que los humanos tenemos un principio y una cierta impronta de eternidad. De hecho no morimos, y una vez salidos del cuerpo, nos vamos disparados hacia el cielo.
No quiero aburriros con temas espirituales a los cuales soy muy sensible, e iré al meollo de la cuestión.
Mi amo se había encaprichado con una chica de la muy noble Burgos, con la que mantuvo cierta relación por Internet durante dos maravillosos meses: se enviaban correos, chateaban, se hablaban, mirándose como tortolitos por la cámara Web, a través de la cual, incluso alguna que otra vez, hacían cochinadas. El ardía en deseos de conocerla y un fin de semana tomó un tren y se presentó de improviso.
La chica no lo decepcionó, pues como añadidura a su mirada intensa y dulce voz, poseía un cuerpo de vicio, sin contar sus otros talentos.
Aquella fue mi primera oportunidad de escape, pero mi amo no se si por timidez o cierto orgullo, no dejó que saliese.
Pasaron dos días con sus cuarenta y ocho horas en las que me mantuvo retenido, por lo que me vengué haciéndole pasar por sudores fríos, como señal de que me liberaba o le haría la vida imposible. Hasta que la última noche- siempre la recordaré- mi amo la pasó haciendo gimnasia rítmica mientras la chica gritaba como una loca. Aquello ya era insoportable, así que me dije: Ahora o nunca, y tras un aparatoso estruendo hice acto de presencia y me volaticé envuelto en aromáticos efluvios.
Tras lo ocurrido, el volvió a su pisito de soltero. De la chica nunca se supo y que decir de mi, soy un pedo, si, pero un pedo feliz.

domingo, 23 de marzo de 2008

Sed

Me dirijo hacia el patio llamado el de los Almendros. Es hasta allí donde el Sr. Wells me conduce y sugiere una nueva historia, una donde bebo agua del botijo de un hortelano. Yo la tomo fría, como es, calmando el calor frívolo que el me propone.
Continúo con el relato, y el hilo que cae, chorrea hasta mi cuello. El se detiene y dice que basta, por hoy es suficiente. Aún así, sigo en aquel patio de los Almendros, mientras prosigue con su deseo imaginario de poseerme y me deslizo, escurriéndome, aumentando su codicia.






-Nikté por qué escribes a oscuras.
-Porque es así donde encuentro el deleite. ¿Acaso el fin de estas, la palabras que antepongo, que construyo, no es la de acariciarse?

martes, 18 de marzo de 2008

Dibujame



¿Alguna vez sentiste como uno de tus pies se adormecía, y dejabas de sentirlo para después desperezarse en hormigueos? Era en ese momento cuando volvías- entre punzadas- a la consciencia de lo que creías perdido.
Mayrana hacía así de lo cotidiano una extraña concesión y empezó a tener una costumbre a la que se hizo asidua: se sentaba de lunes a viernes justo a la salida de clase, en la parada de autobús que la llevaría a casa y que nunca tomaba. Solía ir cargada con su carpeta de dibujo donde trazaba borradores; en ellos retrataba al tipo corpulento que a empujones se daba paso en la cola, y lo hacía, vistiéndolo con el ademán de abrirse la gabardina, para escándalo de los allí presentes, que sonrojados echaban a correr, o la mujer que conseguía subir el carrito con su niño, con ayuda del señor corpulento, y entonces le dibujaba unas alas blancas que sobresalían de su traje de oficinista.
Solía estar tan abstraída en estos quehaceres, que no advirtió el que alguien la observara, así fue el de su sorpresa aquella tarde, cuando el chófer de la línea diecisiete le preguntó: “¿Sube o piensa quedarse siempre ahí?” A lo que Mayrana de voz delgada como palito de regaliz se le turbó el alma.




lunes, 10 de marzo de 2008

De tu coño jugoso



- Ayer conocí a alguien, se trata de un tipo al que le gustan los gatos, tiene uno.
Se llama Fernando, se poco más, ya me conoces, no me gustan los interrogatorios.
Al principio no me pareció nada atractivo pero muy simpático, eso si.
Pasamos la tarde juntos y fuimos de aquí para allá, riéndonos de todo, incluso de su pequeña cojera, momentánea-según él-pero yo sabía que mentía y eso me produjo ternura, de ahí fue a más: a confidencias, a música compartida. Miré el reloj y comprobé que era demasiado tarde.
El se ofreció para llevarme a casa y ya en la puerta, aún dentro de su coche, me pidió un beso y tras un breve regateo, cedí, pero aquel fue más de comienzo, siguiendole otros, dejando la boca que dolía.

Las palabras de Claudia, atropelladas, del otro lado del auricular, cesaron para continuar...Lo hicimos.
Intuí de que se trataba, aún así dejé que siguiera.

-Ya sabes que peco poco, pero cuando la ocasión lo requiere cuelgo mis hábitos de mojigata, y tras buscar un rincón, nos pasamos a la parte de atrás. Fue cuando me levantó la falda con las ansias de un loco, colocó su cabeza entre mis muslos y me dirigió una bendita mirada que decía: voy a comerme tu coño jugoso.
Paula ¿Sigues ahí?

Decido libertad

Sufragistas


Hoy os hablo como mujer, no podría hacerlo de otra forma, o sí: ha sido día de votaciones y me levanté incrédula- nada extraño-había que elegir un gobierno. Las ofertas no eran atrayentes e incluso me cuestioné el para qué, si este país mío tan partido en dos, de generaciones, tendría otra alternativa; pero fui, me recogí el pelo para salir a la calle y me dirigí a las urnas, pensé en aquellas mujeres que hace un siglo lucharon para que un día como hoy, pudiésemos expresarnos, tomar parte, cambiar lo establecido. Es por ellas, no hay otra razón, no buscadlas en mí.

No entiendo de política, de cifras ni porcentajes, solo se que hoy no hubo vencedores si no la libertad misma.
Debo confesaros que me indignó los insultos de unos contra otros, tras saber los resultados finales-los del pueblo, que no están atados a hipocresías- esa dualidad en forma de concebir, no el poder si no la vida.
No creo en el hombre, ni en Estados, ni siquiera pertenezco a este reino, pero mientras tanto…