domingo, 25 de enero de 2009
martes, 20 de enero de 2009
Apenas hay luz de día y una mujer se levanta de la cama, abandonando el abrigo del cuerpo pueril, rendido, que aún la abraza. Se dirige hacia la cocina y abre la pequeña ventana que da al patio.
Enciende con sigilo un cigarrillo. Observa las ropas tendidas: camisas de franela del vecino del cuarto-Llevan varios días ahí, ya secas...-. Las braguitas de encajes, junto a la funda de la verga de palo de los transexuales del segundo.
Ve salir a la colombiana: Lleva a su loro en la jaula, dejándolo junto a las palmeras enanas que rodean el adoquín.
Desde arriba, la mujer, grita bajito ¡Guapa! una y otra vez, hasta escuchar su voz, en la voz impropia del animal.
Pasa el primer avión de la mañana a ras del tejado.
Apaga la colilla, se enjuaga la boca con hojitas de menta, y vuelve al calor de la cama. Besa al hombre, que aún sueña, quien sabe con qué, y en el roce, el cuerpo del otro se desvanece, junto a las sabanas, las zapatillas de ambos, los libros de sobre la mesilla...
jueves, 15 de enero de 2009
Dibujo pintado con el pie
PARTE PRIMERA Y ÚLTIMA
Daniel lee un cuento a su hijo para no dormir.
- Rephli era un perro. De eso no cabía la menor duda. Marcaba su territorio alzando la pata , movía la cola cuando estaba alegre, colocaba orejas hacia atrás si avistaba un gran depredador y enterraba en el jardín cualquier calcetín que encontrara por casa. Todo lo delataba, excepto que era un fantasma y nadie o casi nadie podía verlo. Esto lo traía muy enojado, sobre todo porque el único que podía advertir su presencia era un ratón que se burlaba continuamente de él -Eres transparente-le decía-.
-¿Papá, cómo llego a ser un fantasma?
-Su amo, un hombre malvado, lo abandonó en la playa. Pasaron muchos días de frío y hambre, así que, algunos vecinos se compadecieron de él, e intentaron acercarse para llevárselo de allí, pero Rephli sintió miedo-ya nunca confiaría en ningún hombre-y huyó en dirección contraria, adentrándose en el mar.
-No debió huir, papá. Esos hombres eran buenos y querían ayudarle...
-Pero el no lo sabía. Solo conoció a su amo y para él todos eran uno.
-¿Y que hizo después?
-Que fue devuelto a la orilla cuando bajó la marea y de allí -sacudiéndose - se encaminó a la que había sido su casa, con una idea firme: ¡Venganza!
-¿Y cómo se vengó papá?
-En la madrugada, profería aullidos que dejaba a su amo con los pelos de punta -algo extraordinario, ya que los tenía rizados-, o se orinaba en la olla del puchero, o se comía sus calzoncillos...Esto lo hacía de forma alternativa o bien todo al mismo tiempo. Tras unas semanas, su amo ya lucía unas grandes ojeras y se quejaba de jaqueca. Empezó a faltar al trabajo aludiendo que se encontraba enfermo. Un mes más tarde lo hallaron escarbando en su jardín-había olisqueado un hueso de pollo- A su lado, el ratón que tanto se había burlado de Rephli, era ahora de él, de quien lo hacía.
-¿Y que pasó con Rephli?
-Terminó siendo el perro guía de un ciego, al cual iba estampando contra todas las farolas.
Este cuentecito-aparentemente inocente- fue escrito para Daniel Escudero López. He de decir, que en ningún momento pensé en él , algo contradictorio, ya que mi objetivo fue desde un principio hacerle feliz de algún modo. Añadiré que me pudo más la memoria: hace años ocurrió en las playas de Huelin, frente a mi casa, que los de la Protectora de Animales, alertados por los vecinos, del estado lastimoso en la que vivía un perro al que habían abandonado en la playa; se presentaron allí para llevarselo al refugio. El perro asustado, se adentro en el mar tan lejos, que terminó ahogado. En estos días en los que no han faltado correcciones en el texto, intenté echar fuera algún que otro demonio-de ahí el milagro de la escritura-y convertí a ese perro en Rephli.
Para nada es un cuento moralizante, como algunos han llegado a pensar, si así lo fuera, no habría venganza, sino perdón. En este punto el subsconciente me jugó una mala pasada.
Es curioso cómo podemos recrearnos todos los que nos volcamos en esto, y me refiero a advertir todo aquello que los demás no advierten, producto de un trabajo de muchas horas: la omisión de lo crueldad en su estado máximo, los mensajes subliminales, la carencia de explicaciones que fuerzan al otro a deducir por su cuenta...
Concluyo, que Rephli representa algo más que un perro, es el abandono. No, no es lo mejor que podría dar, pero si, lo que quería dar en este momento.
martes, 6 de enero de 2009
Esta noche han venido los Reyes Magos del Oriente cruzando el mar, aunque esto no les hace mucha gracia a los camellos, que se marean mucho cuando las olas son muy altas, pero es que no pueden llegar de otra forma a mi casa. Podrían venir en globo, pero son muy grandes y se les saldrían las patas traseras.
Algunos niños cuando se hacen grandes- y les empieza a salir pelos en las orejas- dejan de creer en ellos, porque dicen que han visto a sus papás colocar los juguetes, y que son ellos y no lo Reyes Magos; pero se equivocan y muy mucho; los papás son sus delegados en el Ministerio de la Ilusión. Así pueden ir a cualquier parte del mundo en una sola noche, de otra forma no estarían a tiempo las focas de peluche en el iglú nº 49- Polo Norte.
Esta noche no quise dormirme porque siempre que entran no los veo, y hoy quería darles un abrazo, aunque como papá trabaja para ellos, se lo he dado a él. Y un beso grande. Bueno, y también jugar con mis regalos que ya les pedí y les describí en una carta para que me trajeran lo que más quería en este mundo- pero claro- este año no debieron entenderla muy bien, porque al levantarme al escuchar ruidos de puerta y crujidos de papeles, vi en el salón un carrito de la compra, cuando yo les había pedido una bici negra, con neumáticos blancos y llantas doradas de cinco velocidades para correr. También me han traído un pijama cuando lo que quería era no sentir frío nunca jamás. ¡Ah! y un muñeco de la risa que cuando le haces cosquillas hasta se revuelca en el suelo.
Esto es lo que me ha gustado más, solo que es de pilas y hubiese preferido uno que no las necesitara.
Papá ha venido también con un roscón para el desayuno y en mi trozo a caído el regalo sorpresa: una reina pequeñita, muy pequeñita. Le he tenido que lavar la cara que la traía llena de crema.
Por eso yo nunca dejaré de creer en Dios que es el jefe de los Reyes Magos y de papá.